Tendré
que levantarme dormido en tus brazos
y
malgastar el recuerdo de tus besos en mi boca
para
poder quebrar la oscuridad con la que ahogas
mis
leves intentos de escapar de ti.
Burlar
las calles por las que paseo mi vida, torciendo
renglones
escritos con manos de arcilla.
De
Abadón tus puños secos querrán golpear la puerta
por
la que entrarás cual serpiente envenenada de ira,
pasión
y desesperanza.
¿Qué
sombra latente deslizará la calma convirtiéndola
en
tormento?